En el sur tucumano, el rugby vivió mucho más que un partido. Fue una celebración en la primera fecha del Regional A. Fue memoria, identidad, orgullo y pertenencia. En una jornada cargada de emoción, el estadio de Huirapuca se tiñó de verde y rojo para recibir a un hijo pródigo que volvió al club de sus amores después de una década de recorrido por el rugby profesional. Matías Orlando, “Tostao”, volvió a ponerse la camiseta de su querido “Huira” y aunque su actuación fue discreta, terminó el partido con una sonrisa que lo decía todo: estaba en casa.

“No me imaginaba nada de esto, sinceramente. Era cuestión de venir a jugar el partido. Es muy difícil imaginarte cómo va a ser sin haberlo vivido. Me llegó una tarjeta amarilla y ya pedí disculpas por lo que pasó, pero nada, feliz de haber vuelto. Ahora toca construir desde acá”, confesó Orlando, todavía agitado tras el agónico triunfo ante Los Tarcos.

Desde temprano, La Perla del Sur vibró con otra frecuencia. La Comisión Directiva organizó una fiesta completa, digna de una gran ocasión. Hubo fuegos artificiales, columnas de humo de colores, música y un marco imponente. Las tribunas, repletas de camisetas verdes y rojas, estuvieron a la altura. La emoción se respiró en el ambiente. Todos sabían que no era un partido más, por eso no hubo Fiesta del Locro que pueda menguar la pasión por el deporte.

Antes del kick-off, hubo un momento de alto voltaje emocional. Eduardo Acosta, ex jugador del club y actual integrante del staff técnico de la selección chilena, recibió un reconocimiento especial. Con la voz quebrada y los ojos húmedos, subió al improvisado escenario montado al borde del campo y compartió palabras que tocaron el corazón de muchos.

“¿Cómo no me voy a emocionar? Viví toda mi vida acá. Me fui con 26 años a Europa, hice mi carrera, pero nunca me olvidé de lo que es este club. Nunca me olvidé de mis amigos, ni de lo que me enseñaron. Todo lo que aprendí acá es lo que intento transmitir hoy en día”, relató Acosta, que hoy vive en Chile pero guarda intacta su conexión con Huirapuca.

Con la ceremonia concluida, los equipos saltaron al campo de juego. Y si bien los focos se posaron en Orlando, el partido no fue fácil. Huirapuca sufrió, cometió muchas infracciones y por momentos fue superado por la intensidad de Los Tarcos. “Sabíamos que iba a ser así. Ellos son un equipo muy fuerte en el contacto, disputan todos los rucks, y nos complicaron mucho, sobre todo en el primer tiempo”, analizó el ex Puma.

La postal más simbólica de la tarde llegó cuando, con el marcador abajo y poco tiempo por jugar, Huirapuca decidió no ir a los palos. Había posibilidad de empatar, pero eligieron jugar. Fueron a buscar el try. Se animaron. Y encontraron la recompensa en la última. “Sí, dijimos: ‘Vamos a buscar el try’. No queríamos empatar, necesitábamos ganar, sobre todo en casa. Por suerte salió bien y sumamos siete puntos importantísimos”, resumió Orlando.

Pese a haber recibido una amarilla en el complemento por un tackle alto que dejó a su equipo con uno menos en un tramo caliente del encuentro, Orlando cumplió el rol de líder silencioso, empujando y sufriendo cada jugada. Su presencia en el campo inspiró a sus compañeros, y el público lo supo reconocer con cada aplauso, con cada ovación.

En las tribunas, muchos recordaban al “Tostao” adolescente, que alcanzaba las pelotas en los entrenamientos y llevaba la arena a los partidos de Primera. Acosta también lo recordó: “Yo me acuerdo cuando Matías era un pibe. Nosotros jugábamos en Primera y él andaba por todos lados ayudando. Verlo hoy, después de todo lo que logró con los Pumas, de su carrera en Europa, es un orgullo enorme. Está cumpliendo el sueño de todos los que alguna vez pasamos por este club”, expresó.

La victoria final fue el broche perfecto para una jornada histórica. Pero más allá del resultado, lo que quedará en la memoria será la emoción compartida, el regreso de un referente, y el mensaje claro de que, por más lejos que se llegue, siempre se vuelve al lugar donde todo comenzó.